En este mes del Orgullo invitamos a lxs colegas de ACNUR México a enviar un mensaje que reivindique los derechos y la lucha por la igualdad y el respeto hacia las personas 🏳️🌈LGBTIQ+🏳️🌈, en especial a las personas para y con quien trabajamos. Te invitamos a ti también que desde el lugar que te encuentres, luches cada día por el respeto que todxs nos merecemos.
Este mes del Orgullo nos debe recordar que todas las personas merecen vivir libres, ser quienes son, y amar a quienes amen. Es un mes para celebrar pero también para reivindicar y recordar que, lamentablemente, siguen existiendo muchos lugares y países que son inseguros para personas LGBTIQ+, lo cual les puede obligar a tener que salir.
Para mí, trabajando en ACNUR, es importantísimo crear espacios seguros para las personas LGBTIQ+ forzadas a huir, no solo en este mes, sino siempre y en todo momento.
Sofia, Asociada Senior de Protección
Agradezco mucho la oportunidad que he tenido al trabajar en ACNUR de aprender un poquito más sobre el impacto diferenciado del desplazamiento forzado sobre las personas, incluidas las terribles consecuencias de la persecución por motivos de género, y la importancia de proteger el derecho de las personas a vivir en libertad su orientación sexual y su identidad de género.
Para mí ha sido muy valioso haber podido conocer a personas refugiadas de distintas edades y nacionalidades. Cada una de ellas es un ejemplo y testimonio de sobrevivencia, de esperanza, de resiliencia. Este mes de junio conmemoramos dos fechas muy importantes: en el mes de la diversidad conmemoramos también el día mundial de las personas refugiadas. Son fechas importantes que nos permiten hacer un alto y reflexionar sobre qué podemos hacer todas y todos en la construcción de una comunidad más incluyente, respetuosa de la diversidad.
Que sea junio un mes lleno de orgullo, pues nuestro México querido se enriquece #ConLasRefugiadas #ConLosRefugiados.
Mariana, Oficial Asistente de Soluciones Duraderas
Es una extraordinaria casualidad que el Día Mundial de las personas Refugiadas caiga muy cerca de la temporada anual de festivales Pride en buena parte del mundo. Aún más, resulta significativo que el 20 de junio esté arropado por un mes colmado de manifestaciones de amor, orgullo, resiliencia por doquier.
El Día Mundial de las personas Refugiadas llegó con el nuevo milenio: el 4 de diciembre de 2000, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió su conmemoración cada 20 de junio a partir de 2001. La fecha se seleccionó en reconocimiento al 50 aniversario de la Convención de 1951. Resulta significativo que el tema de 2001, su año inaugural, haya sido Respeto, pues no solo es vigente en términos de desplazamiento forzado, es también una consigna escuchada hoy en las marchas del Orgullo de diversas localidades.
Me gusta pensar que la coincidencia de fechas no es mera casualidad y que, más bien, es un emblema de que ambas causas están conectadas y éstas dos a varias más. Las marchas de junio promueven la inclusión que también beneficia a personas refugiadas, mientras que personas de la comunidad LGBTIQ+ pueden encontrar en las memorias de sus pares refugiadxs múltiples y poderosas razones de orgullo.
Celebro esta temporada con renovada esperanza cada año; invita a tocar base con unx mismx. Y de paso, ya bajo el sol y entre la multitud, plantea el breve y certero recordatorio de que también marchamos por quienes huyeron de casa ante la fatal amenaza por ser quienes son.
Oscar, Asistente de Soluciones Duraderas
Cuando era una niña soñaba con ser un bombero, pero mi madre me corrigió: “Bombera, querrás decir”, y yo no dije más. Cuando era una adolescente, quería jugar fútbol americano, y mi padre me dijo: “Eso es un deporte para hombres, practica otra cosa”. Entré a natación. Cuando estuve en la universidad, todos hablaban sobre su vida sexual y yo desviaba el tema para evitar escuchar cómo usaban “los traumas de mi pasado” para explicar mi decisión de no haber tenido una vida sexual entonces.
Crecí cumpliendo lo que los demás esperaban de mí, esforzándome por sentirme bien con ello y obligándome a cambiar lo que no cabía en el estándar de “normal”, hasta que tuve la suerte de volver a crecer en un círculo que me mostró que “la normalidad” no es lo único que existe. También existe la diversidad. Diversidad en lo que sentimos, diversidad en lo que nos gusta, diversidad en aquellos que amamos y diversidad en quienes somos.
Hoy soy una persona que continúa aprendiendo de sí misma y de lo que siente, entendiendo que el solo sentir atracción por aquellos con quienes formo un vínculo emocional está bien. Entendiendo que la biología no determina mi género, y más importante, hoy soy una persona que trabaja duro para ayudar a todos aquellos que a manos de lo que aprendí era “normal”, han tenido que huir de sus hogares, tuvieron que esconder quienes eran para sobrevivir, y han pasado por mucho en busca de un lugar seguro, en busca de un hogar.
Hoy, soy una trabajadora humanitaria porque creo que todos tenemos derechos a ser quienes somos, a expresar nuestro amor libremente y a ser respetados sin importar el lugar.
Hoy creo firmemente que merecemos respeto sólo por ser humanos.
Brenda, Asistente Senior de Protección